MARTES 29 DE FEBRERO DE 2000
¤ Necesitamos miles de ingenieros/ y II ¤
¤ Elena Poniatowska ¤
El radioastrónomo Luis Felipe Rodríguez es uno de los grandes especialistas mexicanos. Logró, en 1973, gracias a los buenos oficios de Silvia Torres Peimbert entrar a la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachussets y su tesis doctoral fue coronada, en 1980, con el premio Robert. J. Trumpler de la Astronomical Society of the Pacific, según nos informó Manuel Peimbert en su discurso de bienvenida a El Colegio Nacional. En 1980, también, Rodríguez se convirtió en el director más joven del Instituto de Astrofísica de la UNAM. Premio Nacional de Ciencias y receptor de importantes honores internacionales, Luis Felipe Rodríguez entra ahora a El Colegio Nacional con el beneplácito no sólo de la comunidad científica sino de los médicos, escritores, pintores y poetas que integran a nuestra más alta institución de cultura.
Nuestros ingenieros acaban de vendedores de computadoras
-Doctor, ¿usted cree que si se estimulara más a los jóvenes, se dedicarían más a la ciencia y se interesarían más por ser buenos científicos?
-Creo que sí. Si lográramos que la educación básica, primaria y secundaria presentara estas materias de matemáticas, de física y de química de una manera atractiva, aumentaría mucho la vocación de los jóvenes por las ciencias, aunque insisto que es en las ingenierías en donde necesitamos gente. Necesitamos miles y miles de ingenieros que en nuestro país no hay, porque casi todos acaban de vendedores. Muchas veces un ingeniero en electrónica, en lugar de dedicarse al diseño de circuitos, acaba vendiendo computadoras porque es lo que más produce y dadas las condiciones del medio eso es lo más práctico.
No se le da suficiente importancia a la ciencia en la educación en México
-¿A propósito de la educación, cree que a los jóvenes se les despierte interés por la educación científica en México, o que todos se encaminan, como en los años veinte, hacia Leyes y carreras más lucrativas que la ciencia?
-Creo que hay mucho de cierto en eso. La gente sigue prefiriendo las carreras que considera fáciles, sin matemáticas. Por otro lado, es cierto que hay programas y revistas de divulgación científica: Como ves, Naturaleza física, Ciencia y Desarrollo del Conacyt y difusión de la ciencia en diversos canales de televisión. Hay algo que no había hace 40 años, mejoramos pero obviamente no lo suficiente, porque los muchachos siguen entrando a las carreras de Derecho o Contabilidad porque las consideran más lucrativas y porque sus maestros les aseguran que en ellas no hay que matarse tanto. Esa es una de las tragedias. Más que en la investigación, necesitamos que las ingenierías sean rigurosas, porque son las que ahora manufacturan y permiten que en un país sea productivo y haya dinero para repartir, ¿verdad? Ahí, en las ingenierías, estamos todavía muy mal.
-¿Usted cree que nuestro rezago científico sigue siendo igual que el que había en los años cincuenta?
-Creo que estamos un poco mejor, pero no mucho: nos movimos para adelante pero el mundo también se movió muchísimo. Ciertamente, en comparación con los años treinta cuando no había nada porque estábamos saliendo de la Revolución, hubo un gran brinco en los años cincuenta y a partir de entonces continuamos avanzando, pero el mundo tampoco está parado. Tenemos una comunidad científica más grande, pero seguimos muy atrás de los países del Primer Mundo, muy lejos de todo lo que ahí significa la ciencia. Claro, algo se ha logrado también. No hemos ido para atrás comparativamente con el resto del mundo, pero tampoco siento que hayamos avanzado mucho. Es como una carrera en la que nosotros ''ahí la llevamos", pero estamos en los últimos lugares.
No somos un país del Primer Mundo
-¿Cuántos científicos necesitaría México?
-Es un número muy grande. Prácticamente en todas las áreas de la ciencia, por cada millón de habitantes hay 20 veces menos científicos que en los países del Primer Mundo. No somos un país desarrollado, la economía no puede mantener una base tan grande, pero sí podríamos tener tres veces más científicos, con lo que cerraríamos la brecha siete a uno, en lugar de 20 a uno. Le repito: siento que en México uno de los grandes problemas no es tanto la ciencia, sino las ingenierías. Necesitamos ingenierías modernas, civiles, hidrológicas, electrónicas para que la gente esté muy bien formada y pueda competir, no sólo en la parte científica, sino en la de manufactura, de construcción. A la educación tenemos que meterle muchísimo esfuerzo, un esfuerzo tremendo.
La mala enseñanza de las matemáticas
-¿Es cierto que un mal maestro de matemáticas o de aritmética aleja para siempre a un muchacho que podría ser buen matemático?
-Sí, es cierto. Los jóvenes quedan aterrorizados por la manera en que un maestro enseña matemáticas, no entienden nada y se cierran. Si la clase estuviera bien impartida se vería que la matemática es algo tan bello y tan lógico, incluso más que la historia o la geografía.
-¿Por qué?
-Porque a partir de unos cuantos conceptos se puede hacer mucho, mientras que en otras materias es más complejo todo. Las matemáticas, en el fondo, es lo más sencillo.
La física es muy linda
-No es sencillo doctor, comprender las ecuaciones de Maxwell, ¿o si?
-Pues, con los fundamentos básicos es relativamente sencillo, además de lindo, porque a partir de esas cuatro ecuaciones se explican una enormidad de cosas en la naturaleza. Esto no ocurre, por ejemplo, en otras áreas en las que no hay estas leyes básicas: pienso en la sociología o incluso en la economía donde todavía no hay modelos aceptables. En cambio, repito, la física es muy linda porque a partir de unas pocas leyes explica uno muchas cosas sencillas, del mundo material, no del mundo humano que es tan complicado.
Los científicos destacan individualmente
-Según usted, doctor Rodríguez, nos encontramos en los últimos lugares en el campo científico, pero, ¿cómo se explica entonces que nuestros científicos destaquen tanto como individuos en el ámbito mundial? Los nombres de Marcos Moshinsky, Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Graef Fernández, Guillermo Haro, Manuel Peimbert (que es mucho más joven) y otros de generaciones posteriores son requeridos por las grandes universidades, el MIT, Harvard, Princeton, Monte Palomar, Monte Wilson, Yerkes, Berkeley, etcétera, para dar cátedra y hacen muy buen papel en foros internacionales, sobresalen y, en cambio, afirma usted que en México el nivel de la ciencia es bajo.
La comunidad científica no es la que destaca
-Individualidades hay muy fuertes y muy destacadas. Yo me refería a que la comunidad como un todo está haciendo la lucha, pero no somos muy fuertes como comunidad mexicana aunque hay individualidades muy poderosas en el ámbito mundial, pero son casi un milagro. Uno de los problemas es que todo el medio es muy viscoso, todo jala para abajo. Voy a ilustrárselo con el siguiente chiste. En uno de los infiernos estamos los mexicanos hirviendo en peroles de aceite en los que Lucifer ni siquiera se ha molestado en poner demonios, porque más tarda un mexicano en salir que los compañeros del perol en volver a jalarlo para adentro. Los mexicanos somos muy destructivos y envidiosos: en lugar de ayudarnos nos damos en la torre. La comunidad científica se autodestruye y muchos prefieren exiliarse, porque además en México no existen las condiciones de los laboratorios estadunidenses o europeos. Por el tamaño del país, con cien millones de habitantes, tendríamos que estar mucho mejor en el campo de la ciencia pero las reyertas internas y los odios personales lo impiden.
Universidad e INAOE, una rivalidad
-Doctor, a propósito de las grandes rivalidades entre institutos, anoche habló del doctor Manuel Peimbert, del interferómetro internacional, de Chile que va ayudar mucho a la ciencia de América Latina (y en el que participan varios países cuyos astrónomos tendrán tiempo de observación, etcétera), pero no mencionó y en la UNAM no se menciona para nada el gran telescopio milimétrico que construyen en Tonantzintla, en el INAOE, (Instituto Nacional de Astrofísica, Optica y Electrónica) los doctores en astrofísica Alfonso Serrano y Manuel Méndez y otros astrónomos, cuando es también un proyecto muy importante para México y para la ciencia.
El pique entre las dos instituciones, la UNAM y el INAOE
-Sí, ese es un ejemplo de lo que le estoy diciendo. Son dos instituciones muy grandes entre las que debería haber más entendimiento y deberíamos tener más coordinación. Sin embargo, estamos muy enfrentados en ambas y eso es un error porque hay cancha para todos y deberíamos buscar más colaboración. No tenemos toda la culpa los de la UNAM, tampoco el INAOE la tiene, ahí nos la repartimos.
-Y el interferómetro, ¿qué es?
-En lugar de ser un solo instrumento grandote, el interferómetro usa pedazos chicos que están conectados. Se le llama interferómetro porque las señales se interfieren o se combinan en un aparato electrónico y así pueden obtenerse resultados más completos. Podemos alcanzar a ver mejor el detalle de las cosas que en un solo telescopio. Cada instrumento tiene sus ventajas y sus desventajas. Los de la UNAM nos especializamos mucho en los interferómetros, mientras que el INAOE está tomando el camino de una sola gran antena. Los dos son válidos hasta cierto punto. Creo que inclusive se podría colaborar mucho. Tenemos que vencer estos enfrentamientos y estas dificultades. Usted se imaginará que dentro de la misma UNAM andamos todos medio peleados y en el INAOE igual. Es un defecto grande que tenemos los mexicanos y que nos impide trabajar en grandes equipos, que es otra de las maneras en que mucha de la ciencia se hace ahora. Somos muy desconfiados, cada quien prefiere tener su pequeño nicho a ser parte de un equipo. Estamos muy mal, muy mal. Mejor cabeza de ratón que cola de león. A lo mejor resulta mejor ser cola de león en ciertos casos.
Universidad Nacional-Morelia
-Entonces, ¿usted también se ha hecho su pequeño nicho en Morelia?
-Bueno, en Morelia soy sólo el director del Instituto de Astronomía y somos doce los investigadores que dependemos de la UNAM. Trabajamos ligados a la universidad pero compartimos un edificio impresionante, maravilloso, con 60 oficinas y aulas para enseñanza en las que se darán cursos para estudiantes graduados que va a ser muy importante en el futuro porque ya desde ahora funciona muy bien. En ese mismo edificio se encuentra una subdivisión del Instituto de Matemáticas y un gran centro de ecología, también perteneciente a la UNAM.
-¿La ciencia se ha diversificado?
-Sí, porque hay otro centro de astrofísica en Ensenada y otro en Guanajuato, además del Centro de Optica particular de Daniel Malacara, en León, y desde luego el INAOE en Puebla.
Los objetos Herbig-Haro
-¿Usted se ha dedicado a los objetos Herbig-Haro?
-Sí, claro. Los objetos Herbig-Haro fueron el hilo por donde empezamos varios investigadores mexicanos y estadunidenses al tratar de entender el proceso de cómo nacen las estrellas. Fueron una clave muy importante para que entendiéramos que la formación de las estrellas venía acompañada de fenómenos que no esperábamos o en los que no creíamos. Fue hasta 1970 -los objetos fueron descubiertos en el 50 y quedaron ahí como un misterio- cuyo estudio se retomó y entonces se comenzó a avanzar y entender cómo estaban formados, qué los producía y esto llevó a una revisión de toda la idea de cómo nacen las estrellas lo cual nos condujo a lo que es el actual modelo o paradigma.
George Herbig los descubrió en Estados Unidos y Guillermo Haro en México. Es una historia muy interesante, porque Haro los descubrió primero y le comentó su descubrimiento a Herbig, quien parece que también tenía información. Finalmente, Herbig publicó un poco antes que Haro pero había evidencias de que él sabía de esto, como lo confirmaron otros astrónomos. Hubo una reconciliación al llamar los objetos Herbig-Haro, el nombre de ambos, reconociéndolos como codescubridores.
-¿Usted, por qué se interesó en dichos objetos?
-En parte porque cuando estaba estudiando el doctorado en Harvard, un maestro mío, James Moran, me dijo: ''Fíjate que hay unos nuevos objetos Herbig-Haro, ¿quieres estudiarlos?". Me pareció interesante, porque no son tantas las aportaciones a la astronomía hechas por mexicanos. ''Suena bien, porque además de que es muy válido el tema, es algo que inició un mexicano (Haro)". Entonces me fui metiendo a esos objetos y luego empecé a estudiar muy duro los antiguos objetos que habían descubierto Herbig-Haro. Ahora hay como 600 objetos Herbig-Haro descubiertos. Por una extraña coincidencia, sin ponernos de acuerdo, el doctor Jorge Cantó, que cursaba su doctorado en Manchester, Inglaterra, se metió a estudiarlos desde el punto de vista teórico. Cuando llegamos los dos a México, después de nuestro doctorado, pudimos montar un equipo que atacó el problema tanto teórico como observacionalmente. Fuimos avanzando mucho y finalmente llegamos a la explicación de cómo se forman los objetos Herbig-Haro. No voy a decir que nosotros nada más, porque muchos grupos se volvieron a interesar en el problema, pero los mexicanos estuvimos ahí de manera muy importante.
-Según el doctor Peimbert, usted es también un gran divulgador de la ciencia, ya que de su libro Un universo en expansión se han vendido más de 80 mil ejemplares.
-En ese libro cuento mi experiencia personal y explico por qué me hice astrónomo, entre otras razones, porque creo que todos los seres humanos necesitamos interesarnos en algo misterioso, aún sin resolver, algo que parezca estar más allá de nuestras capacidades y creo que los científicos satisfacemos esta necesidad al afrontar los problemas que estudiamos.
En el prólogo a Un universo en expansión, de Luis Felipe Rodríguez, Guillermo Haro (que odiaba los vedetismos y se manifestaba contra los escritores y los pintores que se hacen publicidad y aparecen en los periódicos un día sí y otro también) asienta que la ciencia es un proceso infinito que día a día se supera, nunca termina y siempre será mejor. A esta cadena ininterrumpida se entregan los hombres de ciencia que no buscan las candilejas. Dice Haro que la ciencia se distingue de otras tareas intelectuales, especialmente de las humanidades y de las artes, y afirma: ''No podemos decir que los humanistas, escritores o artistas del presente sean mejores que los del pasado. En cambio, la ciencia actual es mejor que la pretérita y la de futuro será superior a la presente".