... Me preguntó mi primo hace rato. Lo primero que le respondería sería: “el simple hecho de mirar por una nueva ventana es hermoso”. Lo segundo que diría sería “por ahora, para nada”.

Pero cada vez que abrimos una ventana nueva, que abrimos un ojo nuevo, que escuchamos algo nuevo, se abre nuestro horizonte a cosas inesperadas... Sin ser el inventor del telescopio, Galileo construyó el suyo propio en 1609, y lo usó no para ver a la chava del edificio de enfrente, sino para ver la Luna, los planetas, y la Vía Láctea. Notó que la Luna tenía cráteres y montañas, que Venus presentaba fases, que Júpiter tenía 4 lunas brillantes y, nomás porque la óptica no era buena, hubiera descubierto que Saturno tenía anillos.

En 1944, el holandés van de Hulst predijo en su tesis doctoral la existencia de radiación a 1420.4 MHz debida al hidrógeno, el elemento más abundante en el Universo. Esta radiación fue detectada por vez primera en 1951 por Ewen y Purcell, y posteriormente pudimos crear mapas del gas en nuestra galaxia, descubriendo, como nos imaginábamos, que la Vía Láctea tiene estructura espiral. Años después, este tipo de observaciones formaron parte de la evidencia más clara de que el Universo está formado por materia oscura.

Cuando en la década de los 60’s el mexicano Eugenio Mendoza observó con detectores en el cercano infrarrojo regiones de formación estelar, descubrió que las estrellas en proceso de formación tenían muchísima emisión, la cual era debida a polvo calentado por las estrellas que se estaban formando. No podíamos ver, en luz visible, lo que ocurre en las maternidades estelares, pero sí comenzamos entonces a verlo en el infrarrojo.

En la década de los 70s se observaron por vez primera moléculas en el Universo. Y descubrimos que éste tiene agua, alcohol, y moléculas orgánicas, ingrediéntes básicos para la vida alegre.

Galaxia del sombrero, vista en rayos X (azul), luz visible (verde), e infrarrojo (naranja).

También en los 70’s, con la guerra fría, los estadounidenses lanzaron al espacio satélites capaces de detectar rayos gamma. ¿La finalidad? Detectar posibles pruebas nucleares rusas. Gran susto se llevaron en el ejército americano al detectar explosiones diarias. Afortunadamente éstas no provenían de la Tierra, sino de los confines del Universo. Las explosiones de rayos gamma, los fenómenos más energéticos del Universo, suelen darse cuando un agujero negro se traga a una estrella.

A finales de los años 70’s, el satélite International Ultraviolet Explorer observó el Universo en luz ultravioleta, permitiendo detectar emisión de estrellas muy calientes, de los núcleos de galaxias, la explosión de la supernova de 1987, etc.

Los telescopios espaciales Spitzer y Herschel, lanzados en los últmos 15 años, han abierto la posibilidad de ver al Universo con diferentes ojos, descubriendo que las nubes son súmamente filamentarias, que los discos protoplanetarios presentan zurcos, probablemente cavados por planetas que se comen el material del disco mientras orbitan su estrella, etc.

Así, con cada nuevo detector, podemos ver el Universo con diferentes ojos. La anunciada hoy es apenas la primer detección de la deformación del espacio debido a una colisión de dos agujeros negros a 1300 millones de años-luz de distancia. Lo predicho por Einstein hace 100 años viene a ser observado por vez primera ahora. Estamos abriendo una ventana nueva al Universo. Una vez que tengamos más y mejores detectores, ¿cómo se verán las galaxias, las estrellas binarias, los cúmulos de estrellas, las supernovas, etc., bajo estas nuevas ondas? ¿Qué nuevos fenómenos podremos descubrir? ¿nos dirán algo estas ondas sobre el origen del Universo? y rayando entre la ciencia y la ciencia ficción, ¿podremos ser capaces eventualmente de viajar por el Universo más rápido que la luz, deformando el espacio, como lo predijo Miguel Alcubierre, actual director del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, hace 22 años?

Como sea, el simple hecho de mirar por una nueva ventana es hermoso. Y si alguien lo duda, lo incito a ver en youtube las reacciones de niños y adultos sordos que escuchan por primera vez:

 

Por Javier Ballesteros Paredes