
La radioastronomía estudia al Universo pero sin usar la luz, como lo hace la astronomía clásica, sino las ondas de radio que de manera natural emiten distintos cuerpos celestes. A partir de la observación de estas ondas de radio es posible hacer imágenes de los cuerpos que la emiten, y determinar sus parámetros físicos tales como su composición química, su temperatura y su densidad, entre otros...

Decir adiós siempre cuesta trabajo, sin embargo, cuando se tiene el sentimiento de que el trabajo hecho fue bueno, el futuro aparece como reconfortante premio. WISE (Wide-field Infrared Survey Explorer), el telescopio espacial de la NASA dijo a adiós después de 13 meses de intenso y fructífero trabajo. Su partida, prevista desde un inicio, mas que tristeza y dolor, deja a la comunidad astronómica una enorme base de datos, un tesoro --literalmente-- infrarrojo. WISE, lanzado el 14 de diciembre del 2009, nos entrego una ultima imagen el pasado 1 de febrero: miles de estrellas en un área 3 veces la luna llena, en dirección de la constelación de Perseo. Hasta pronto WISE... y gracias.

Durante los últimos 20 años, diferentes estudios hacia la región conocida como "the streamer" (la serpentina), en Orión, indicaban la presencia de una misteriosa fuente de radiofrecuencias precisamente en el centro de esta región (posición marcada con una cruz), y alineada con el eje del sistema. Durante varios años, los astrónomos se debatieron sobre si la fuente era una estrella recién nacida, o una estrella joven haciendo erupción. Sin embargo, usando radiotelescopios de muy alta precisión, el estudiante de doctorado del CRyA, Alfonso Trejo, junto con su asesor, encontraron que se trata de una galaxia lejana, y que nada tiene que ver con la región de las serpentinas. Esta hipótesis había sido descartada previamente ya que la probabilidad de encontrar esta alineación había sido estimada como de uno en diez mil.

Usando el telescopio espacial Spitzer, la NASA ha reportado la detección de pequeñas moléculas con forma de pelotas de futbol. La molécula, descubierta en laboratorios hace 25 años, consta de 60 átomos de carbono arreglados en forma de hexágonos y pentágonos con forma esférica, como un balón de futbol.