Figura: El arreglo de radiotelescopios ALMA (Crédito: Alessandro Caproni).

Hasta principios del siglo XX toda la astronomía se hacía mediante observaciones de ondas visibles, lo que coloquialmente llamamos luz. Pero ya entonces se sabía que la luz es solo una de las seis ventanas del espectro electromagnético, que en orden creciente de su longitud de onda son rayos gama, rayos X, ultravioleta, visible, infrarrojo y radio. En la década de 1930 el físico estadounidense Karl G. Jansky se puso a estudiar el origen de la estática que dificultaba la comunicación inalámbrica entre América y Europa. Descubrió que una de las fuentes de esta energía de radio provenía de la region central de la Vía Láctea, o sea, era extraterrestre. El desarrollo de la tecnología del radar durante la Segunda Guerra Mundial permitió que al final de ésta varios países desarrollaran radiotelescopios así como grupos de especialistas. La radioastronomía permitió descubrir fenómenos que permanecían ignorados porque solo emiten significativamente en ondas de radio. Entre estos fenómenos están la radiación cósmica de fondo, los pulsares, las radiogalaxias y los máseres cósmicos. La radioastronomía mantiene un vínculo fuerte con las telecomunicaciones y ha jugado un papel preponderante en el desarrollo de las técnicas de interferometría, que permiten alcanzar grandes resoluciones angulares, esto es, la capacidad de distinguir detalles muy compactos en las fuentes celestes.

El trabajo actual en esta área realizado por investigadores del IRyA incluye:

  • Nubes moleculares.
  • Filamentos y núcleos densos.
  • Formación de estrellas.
  • Chorros astrofísicos.
  • Polarización y campos magnéticos.
  • Discos de acreción.
  • Formación de planetas.
  • Nebulosas planetarias.

Investigadores que trabajan directamente en este campo:

 

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